Recordando al tangerino Ángel Vázquez, incluido recordatorio de Eduardo Haro Ibars, en el aniversario de su muerte.
Hace un par de días se cumplió el
aniversario de la muerte de Ángel Vázquez. Una madrugada del 25 al 26 de
febrero, de hace treinta y seis años, nos dejaba en una pensión en el número 98
de la vecina calle de Atocha, solo y abandonado.
Todos tenemos ciudades a las que
amamos u odiamos para mi Tánger es una de las primeras. Seguramente como Bogotá,
Lisboa o Santiago de Cuba. La ciudad norteafricana siempre me cautivó. Uno de esos
lugares a los que es obligado regresar más pronto que tarde. Patear sus calles,
rincones y sobre todo su cafés. Acercarse al lugar donde se acababa el mundo,
para los griegos y comenzaba otro a descubrir. Perderse en el Zoco Chico,
acudir a su Filmoteca, desayunar en el Café Fuentes o echar una partida de
parchís en el Navegantes.
No creo que tenga que ver mucho
con ello que mis padres se casarán allí o que mis hermanos amanecieran allá, o
quizás sí. Sea lo que sea siempre está presente, me acerco a ella desde la
distancia. Seguramente la lectura de La vida perra de Juanito Narboni influyera mucho en esa seducción. Como las
tardes de té, lectura y compañía en la terraza del Hotel Continental, mientras
se echa el cierre al día y el último ferry parte para la península y otros
esperan el último que procede de ella.
Ángel Vázquez nos dejó y hoy
sigue siendo un gran desconocido para la mayoría. Narboni, como Tiempo de
Silencio o El Jarama, es una novela imprescindible, muestra de la mejor
literatura del siglo pasado. Su lectura nos enamoró de la ciudad, pero también
de la escritura, el disfrute de la narración, la pasión de las letras. Del
reconocimiento de la historia. La de otros y la nuestra. La colectiva y la
individual.
Quizás sea nuestro último escritor que con el
paso del tiempo se convertirá en mito. La quema de dos novelas inacabadas antes
de fallecer harán crecer la fábula. Pero por encima de todo está el legado
dejado.
Una persona que compartió muchas
jornadas tangerinas relataba así su escritura desde la desparecida revista Triunfo, un 8 de marzo de 1980:
“La novelística de Ángel Vázquez está
centrada, desde sus primeras letras publicadas, en diversos aspectos de la vida
tangerina. No hablo, claro está, de esa ciudad que tenemos tendencia a asociar
con espionaje, contrabando y orgias cosmopolitas, sino de la ciudad verdadera, compleja
y humana, que él conoció y vivió como nadie”. Quién así lo narraba es otra de esas
personas relevantes hoy también ignorada Eduardo Haro Ibars.
Mientras escribo este breve texto
suenan las canciones sefardíes de Joaquín Díaz, algunas de ellas seguramente
las escucharon, y quizás se puedan escuchar, no lejos del aquellos pasajes
narrados por uno, recordado por otros.
Documentos RNE "Angel Vázquez - Vida Perra Juanita Narboni-14-04-08/34713/
Documentos RNE "Angel Vázquez - Vida Perra Juanita Narboni-14-04-08/34713/
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