“El espíritu de Patio Maravillas no se puede desalojar. El Patio 4 está cerca”

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Mónica Hidalgo, participante habitual en las asambleas del Patio Maravillas

 

Conversación con Mónica Hidalgo publicada el pasado jueves en El Asombrario.

 

Menos de dos meses ha durado la nueva ubicación en Madrid del Patio Maravillas en la calle Divino Pastor, 9, en el barrio de Malasaña/Maravillas. La Policía Nacional procedió a sudesalojo en la madrugada del lunes al martes. En ‘Culturas Invisibles’ aprovechamos para conversar, sobre lo acaecido y su repercusión, con Mónica Hidalgo, participante habitual de su Asamblea, que lo tiene claro: “El Patio no se detiene. El espíritu del Patio no se puede desalojar. Que nadie piense que este es el fin”. Sigue adelante así uno de los iconos de la lucha por ciudades diferentes, más humanas e integradoras.

 

El edificio okupado pertenece a la familia del líder opositor venezolano Henrique Capriles, que lo adquirió a un precio muy inferior al del mercado inmobiliario, lo que algunos califican como un ejemplo evidente de “pelozato inmobiliario de libro”. Según el portal Somos Malasaña, “el precio de venta debería haber sido al menos de 4 millones de euros, pero el acuerdo se cerró en 1,7 millones”.

 

En sus ocho años de trayectoria, Patio Maravillas se ha constituido en un referente social, cultural y político de singular relevancia en la ciudad. Algunos de sus integrantes y colaboradores ocupan puestos de responsabilidad en el ayuntamiento de Manuela Carmena, en la Asamblea de Madrid, incluso en el Senado. De todo esto hablamos con Mónica Hidalgo, que forma parte de varios colectivos integrados en El Patio, también de la Plataforma ciudadana No Somos Delito y de la Asamblea del 15M de Malasaña.

 

¿Dinos tres identidades propias del Patioque le hacen imprescindible en el ecosistema social, político y cultural de la ciudad?

El Patio es un espacio libre, democrático y participativo. En el Patio no existe exclusión de ningún tipo. Todas las personas con sus ideas y opiniones son bien recibidas. Nos gusta el debate político, el debate participativo e inclusivo. Buscamos la igualdad de las personas. Realizamos actividades culturales como conciertos, lectura de poesía, talleres, grupos de teatro, relatos o cuentos. Además de realizar actividades de yoga, tango o salsa, reuniones de trabajo de diferentes colectivos del barrio, grupos políticos, etc. Todas gratuitas y abiertas para toda la ciudadanía. Son las vecinas quienes construyen el espacio. Entre todas lo gestionamos y organizamos. Malasaña quiere al Patio Maravillas. Se ha demostrado con los apoyos recibidos por las vecinas durante mucho tiempo. Algo diferente debemos de estar ofreciendo al barrio.

 

Por lo que comentas, ¿la okupación invierte la exclusión?

En mi opinión, con este tipo de acciones logramos visualizar un problema de la ciudad, de su gentrificación, de las políticas especulativas. Con la okupación de centros sociales damos vida a los barrios, proponemos actividades de ocio alternativo, de cultura libre y de integración de las vecinas de los barrios.

 

La complejidad de estos espacios entre autonomía y descentralización en la toma de decisiones y su ejecución es evidente, desde siempre.¿Cómo se lleva en el día a día?

En el Patio tenemos dos tipos de asambleas. La asamblea del Patio gestiona el día a día del centro social, la logística y demás intendencias. Es una asamblea abierta y participativa. Tenemos otra asamblea que es con colectivos del Patio, donde se vuelcan sus actividades, sus necesidades, la forma de realizar los retornos con el espacio. Además de lo anterior, se realizan plenarios donde se abordan todas las características tanto del espacio, como de sus gentes. También las necesidades, la economía del centro. Se suelen tomar las decisiones de las líneas políticas a seguir. La respuesta a otros entes políticos de la ciudad, elaborando las estrategias a largo plazo. La autogestión del espacio se hace de forma colaborativa, entre todas, de manera muy fácil y llevadera, pues las personas que habitan el patio son personas que creen en el proyecto y quieren que continúe. Siempre hemos llamado a la inteligencia colectiva como manera de superar todos los obstáculos, de encontrar soluciones y de mejorar el proyecto.

 

¿Cómo se produjo el último desalojo? ¿Os pilló con la guardia bajada? ¿Había alguna línea de comunicación con la propiedad?

Si te refieres al desalojo de Divino Pastor 9, la verdad es que no lo esperábamos. No supimos encontrar la denuncia interpuesta por la propiedad y tampoco recibimos comunicación del Juzgado. No sabemos si es que no la hubo o éramos nosotras quienes no estábamos para recibirla. Debido a esta acción inesperada, no habíamos elaborado una estrategia sobre esta posibilidad, ni teníamos acciones previstas. Las comunicaciones con la propiedad fueron a través de sus abogados y los nuestros en los primeros días de la okupación.

 

¿La okupación de un edificio relacionado con una de las familias más vinculadas a la oposición venezolana fue premeditada o causal?

Nosotras queríamos un espacio público en el barrio y este edificio fue un espacio público, de todas, que había sido vendido a precio de saldo, como otros muchos en la ciudad. Tenemos que denunciar esta especulación, esta pérdida de patrimonio que ha sufrido la ciudadanía de Madrid, que ha basado sus políticas municipales en favorecer a unos pocos, en aumentar la especulación, olvidando a las personas que habitan la ciudad. Al igual que hicimos otras okupaciones de forma simbólica para señalizar edificios públicos vacíos, este edificio era otra alternativa de denuncia sobre lo que estaba ocurriendo en el municipio.

 

Estamos en agosto y el Patio puede seguir al aire libre, pero en otoño tendrá que tener paredes. ¿Está en marcha ya la búsqueda de un nuevo espacio?

Claro que sí. Tenemos que ponernos a trabajar en busca de una solución que permita continuar con el proyecto. Puede llegar desde las instituciones en forma de cesión, o ser autónoma, como hasta ahora.

 

Ahora mismo estáis negociando, hablando con el Ayuntamiento. ¿No estáis en una posición de debilidad sin un espacio físico?

Nosotras confiamos que este desalojo no interfiera de ninguna manera en las conversaciones con la administración en busca de un espacio que nos permita continuar el proyecto e ir creciendo. Siempre hemos querido mantener un dialogo con el Ayuntamiento y, a pesar de nuestros intentos, anteriormente no habíamos tenido muy buenos resultados, más bien poca interlocución. El cambio en Madrid ha permitido al menos que seamos consideradas como un agente político y que exista, por tanto, un dialogo.

 

¿No se puede perder cierta coherencia y perspectiva cuando compañeros del Patio están desempeñando ahora importantes puestos de responsabilidad municipal? ¿Cómo lo lleváis?

En mi opinión, tener compañeras en las instituciones no hace perder nada de coherencia o perspectiva. Cada persona en su vida privada tiene derecho a hacer lo que le plazca. Si coincide que hay concejales o diputados que habitan el espacio durante su tiempo libre, como cualquier otra vecina, es igual de válido.

 

¿Cuál es el camino del “No nos representan” a “la nueva institucionalidad”?

Nosotras vamos a seguir siendo muy críticas con todas las políticas que no se centren en las personas y su bienestar, también con las acciones que fomenten la especulación y la gentrificación y sobre todo con aquellas que se basen en relaciones de amiguismo, violando los derechos y libertades de la ciudadanía, vengan de donde vengan. Queremos una ciudad diferente, y seguimos trabajando para lograrlo.

 

¿La consolidación institucional con el ayuntamiento es imprescindible? Hace tiempo ya causó importantes divisiones. ¿Puede volver a ocurrir? ¿Puede romper el Patio?

Creo que no debería ser motivo de ruptura del proyecto; es más una opción que suma; pero entiendo que pueden existir opiniones contrarias. La naturaleza del Patio, como espacio abierto, participativo y de dialogo entre todas las personas que habitamos el mismo, creo que puede superar este tipo de situaciones y se pueden llegar a consensos donde todas las opciones estén cómodas.

 

¿Y que haya compañeros en el Ayuntamiento puede ser un privilegio para El Patio frente a otros centros sociales autogestionados de la ciudad? ¿Podéis ser “las niñas mimadas” del Ayuntamiento?

La idea es trabajar junto con otros proyectos de la misma naturaleza que el Patio. Con diferentes colectivos que actualmente construyen una ciudad diferente para todas, para lograr una estabilidad, no solo en esta legislatura, sino para siempre. Somos un ente político más de la ciudad, nosotras y los demás centros sociales que trabajan cada día por hacer cosas diferentes, más integradoras y justas. Por tanto, no pensamos que seremos mimados, pues la idea es unir fuerzas, pues somos complementarios, hacemos labores similares en diferentes barrios; los centros sociales son necesarios.

 

¿Existe una hoja de ruta que se pueda conocer, que conduzca al Patio 4?

No, aún no tenemos una hoja de ruta clara al respecto. Nos ha pillado muy de sorpresa y estamos en un mes donde muchas compañeras no están en Madrid, por lo que se hace difícil buscar soluciones colectivas. Que no la haya ahora mismo no quiere decir que el Patio se pare, ni que tome vacaciones, pero tenemos que tomar un tiempo adecuado para utilizar la inteligencia colectiva y elaborar una estrategia coherente con nuestra naturaleza, que sea inclusiva y, sobre todo, que dé estabilidad al proyecto.

 

¿Hay una renovación en las personas más activas del Patio tras ocho años de movilización permanente?

Claro. Es evidente que han pasado los años y, aunque hay muchas personas que actualmente están en la asamblea del Patio y que ya estuvieron en Acuerdo 8, otras muchas, entre las que me incluyo, nos hemos ido sumando poco a poco al proyecto. Hemos comenzado a trabajar para que vaya creciendo y mejorando.

 

¿Cómo concluimos?

Lo que parece evidente es que el Patio no se detiene. Sigue y, a pesar de no tener ahora cuatro paredes, el espíritu del Patio no se puede desalojar. Que nadie piense que este es el fin. Es sólo un nuevo comienzo con energías renovadas. Con más ilusión, con más ideas y con mayores espacios de participación ciudadana.

 


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