Timitar, el festival marroquí de la cultura bereber, consolida su lugar en el mundo.
La ciudad marroquí de Agadir acoge hasta este sábado la XIIª edición del Festival Timitar. Un encuentro, en palabras de sus organizadores, de “diálogo y tolerancia”. Festival de referencia en el reconocimiento y difusión de la cultura amazigh –bereber– es de los más valorados a nivel internacional. La revista británica ‘SongLines’ lo ha incluido, por segundo año consecutivo, entre los 25 mejores de todo el mundo. Programación cuidada, plural y diversa, con una asistencia estimada en medio millón de personas. Hablamos con el director artístico de una cita que reúne este año a unos 600 artistas de Marruecos, el mundo árabe, África, América Latina o, por ejemplo, los madrileños Freedonia.
Conversamos de todo ello con Brahim El Mazned, el gestor cultural marroquí más reconocido. Combina la dirección artística de Timitar desde la primera edición, con la del Festival des Arts Populaires de Marrakech. Miembro del jurado de Babel Med Music (Marsella), del Prix Océan Indien y del festival Sharq Taronalari de Samarcanda (Uzbekistán), del Salón Internacional de la Música Africana (SIMA) en Yaundé (Camerún) o de la edición del pasado año del WOMEX, en Santiago de Compostela. En 2013 fue elegido Secretario General del European Forum of Worldwide Music Festivals (EFWMF), la red más importante de festivales de músicas del mundo de Europa. Secretario General de la Fundación Hiba de Marruecos, representante regional de África del Norte en el Réseau Afrifestnet y del Magreb en el Bureau Export de la Musique Africaine, acaba de ser nombrado Director Regional de África del Norte y miembro del Comité Intenacional en All Africa Music Awards (AFRIMA). El año pasado organizó el primer salón de músicas de África y Oriente Medio, Visa For Music , en Rabat (Marruecos), que atrajo a más de 1.000 profesionales de todo el mundo; actualmente está en plena preparación de la segunda edición.
Vamos por la edición doce del Timitar, ¿cómo surgió la idea?
La idea nació de un deseo político y cultural de crear un evento que destacase la riqueza cultural de la región y su fuerte identidad amazigh.
¿Por qué en Agadir?
El Festival Timitar, Signes & Cultures, está enfocado en la cultura amazigh (bereber), en particular la de la región de Souss-Massa-Drâa, de la que es capital Agadir, por tanto lo más lógico es que el festival se desarrollase en esta ciudad.
¿Cuáles son los criterios de programación?
Intentamos invitar a artistas consagrados que forman parte de la actualidad musical, sin olvidar y dar la oportunidad a aquellos que están comenzando a desarrollar sus carreras.
¿Crees que hace falta mirar, culturalmente, más hacia el Sur?
Inevitablemente, hay un gran desequilibrio en la manera de observar las cosas. En el Norte la música está ligada a una cierta élite, mientras que en el Sur todavía la entendemos de manera etnográfica. La creación contemporánea en el Sur es igual de importante y brillante, solo debemos esperar que los países del Norte ayuden a su impulso, pero ante todo depende de nosotros hacerlo. Hace falta trabajar unidos, no unos contra otros. La cooperación Norte-Sur sigue siendo esencial, pero hace falta desarrollar más la Sur-Sur.
¿La relación cultural entre África y América Latina es posible a pesar de la distancia?
La geografía no juega a favor. También hay que tener presente la situación geopolítica, los cambios acaecidos en los últimos tiempos. Los artistas de América Latina tienen muy presente su patrimonio cultural, algo muy positivo, pero pienso que deberían crear más lugares de debate, encuentro, hacer más dinámica su realidad cultural. Creo que siguen siendo bastante tímidos en este aspecto.
¿Qué sentido tienen las industrias culturales en África?
Las industrias creativas tienen un indudable lugar y su sentido, sobre todo en períodos de crisis. Tienen dos razones de ser: contribuir al desarrollo económico y también al de una población llena de valores. Algo muy lejos del modelo económico que conocemos, sobre todo porque las legislaciones no lo permiten, se necesita una voluntad política más fuerte.
¿Las industrias culturales locales afectan artísticamente a las propuestas musicales locales con el objetivo de lograr una mayor difusión global?
La definición misma de industria cultural significa lo contrario, el contenido es lo que debe primar. Sin embargo, es lo habitual en las músicas comerciales, el mercado el que decide. Pero esto no es irremediable. En los países del Sur el modelo es distinto, la música en vivo ocupa un grandísimo lugar.
¿Cuáles son las prioridades de la música popular en Marruecos?
La música popular de la raíz, esencial para proteger el desarrollo de nuevas estéticas. Importante es no tratar con desprecio lo popular. En Marruecos las músicas populares como el chaâbi o la rwayes siguen siendo las más consumidas y escuchadas.
¿Crees que la música tradicional puede acabar en los museos como consecuencia de la globalización musical existente?
No pienso que este riesgo exista. Como te comentaba, es necesario proteger la música tradicional sin reducirla al museo. Las culturas tradicionales constituyen una gran herencia que da valor a la distinción y diversidad cultural, cuya función social es muy valiosa. Es muy importante que estas expresiones tradicionales no desaparezcan. A propósito, este año celebramos los diez años de la Convención 2005 de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales.
¿Existen en Marruecos redes musicales?
Hay iniciativas, algunas de ellas se desarrollan y salen adelante. Marruecos es una excepción en la región por su número de festivales. Por mi parte, trabajo con muchos amigos del África anglófona y francófona para desarrollar las mejores relaciones entre las dos orillas del Sáhara, es mi pequeño granito.
¿Es esencial la formación en la gestión musical?
Por supuesto. Es imprescindible para desarrollar las industrias musicales y la propia evolución de la música.
¿El boom de los festivales en Marruecos es real?
Hay una intención política y turística. La oportunidad de desarrollar una verdadera estrategia cultural en torno a los festivales. Sin estas intenciones –ya sea a nivel local, regional o nacional– no podrían existir. Para nosotros como gestores, como responsables, el objetivo más importante es el público que cada año acude a ellos y el reconocimiento, tanto a nivel marroquí como internacional, de la calidad de nuestros festivales.
¿Por qué es una cita imprescindible el Timitar?
Por ser un buen medio para descubrir la cultura tradicional amazigh, ya que cada velada comienza con grupos tradicionales como Ahwack o Rways. Pero no es solo eso. También destacamos la producción musical contemporánea marroquí y la relacionamos con la producción musical internacional. Partimos de lo local a lo global, entendemos que es el mejor medio de descubrirse y encontrarse ya que participan artistas excepcionales de todo el mundo. Tampoco se nos olvida la escena DJ y VJ, que se reinventa cada año, con nuevas propuestas de gran calidad.
¿Qué otros festivales recomendarías de Marruecos?
El país es muy rico por la diversidad de sus festivales. Considero interesantes todas las propuestas. Son muy destacables todos los que se desarrollan en las grandes ciudades, pero no debemos olvidar los de pequeñas localidades, como los del Anti-Atlas o en el Alto-Atlas, que son de gran interés. El calendario cultural marroquí está marcado por sus festivales y cada cual puede acudir a aquel que le apetece por sus gustos e intereses.
El Timitar y otros festivales marroquíes son una apuesta evidente por la diversidad, la calidad, el desarrollo cultural y económico de los lugares donde se realizan. Forman parte ya del patrimonio cultural del país, imposible de obviar del contexto político existente. Inmovilismo y apertura en oposición permanente. Religiosidad y cierto laicismo, nunca reconocido al ser asociado con el ateísmo, en confrontación. Realidad compleja y apasionante a tan solo 14 kilómetros. Quizás todo eso sea motivo suficiente para no dejar pasar la oportunidad de acudir a alguno de ellos comprobándolo in situ.
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