"Es prostitución, no matrimonio de conveniencia" hablando sobre la película "Azúcar aparte" con @baselramsis
Entrevista con Basel Ramsis aparecida el pasado lunes en El Confidencial.
El último documental del cineasta egipcio residente en Madrid, Basel
Ramsis (El Cairo, 1973), revela un mundo opaco: el de las mujeres árabes que se
casan mediante contratos temporales con hombres de países del Golfo a cambio de
dotes para subsistir.
En colaboración con Carmen Lozano Bright
Sokar
Barra (Azúcar Aparte, 2014) está filmada en varios pueblos al
rededor de Guiza, al suroeste de El Cairo. Varias mujeres, –Hanan, Nehmedo, Umm
Usa...–, relatan su historia desde sus espacios más íntimos y cotidianos. Fue
grabada clandestinamente en solo cuatro medias jornadas y con un equipo técnico
reducido solo al director. Mientras tanto, a 13 kilómetros el gobierno de
Mohamed Mursi estaba siendo derrocado en el verano de 2013. “Por la mañana
rodábamos; por la tarde a las manifestaciones”, cuenta Ramsis. Las mujeres
cuentan cómo llegan a contraer matrimonios mediante contratos temporales de
meses, semanas e incluso días con hombres de mucha más edad procedentes de Jordania
o Arabia Saudí. A cambio reciben dotes que utilizan para ayudar a sus familias
o emprender un pequeño negocio.
Militante
desde los 16 años de la izquierda política egipcia, Ramsis ha sido torturado y
encarcelado en varias ocasiones. Antes de dedicarse al cine, trabajó como
periodista en varios medios, labor que continúa como colaborador en algunos
medios árabes. “Aunque he dejado la militancia activa, no he abandonado nunca
los asuntos que me preocupan”, confiesa a modo de presentación. Y añade: “a partir
del 2010 volví a acercarme a la política, sentía una época de cambio que iba a
venir”. El comienzo de la revolución, el 21 de enero de 2011, le sorprende en
Madrid. Decide volar a El Cairo, a la Plaza Tahrir. “He participado contra el
régimen militar, contra Mubarak y contra los Hermanos Musulmanes”, asegura.
Las
vidas de las protagonistas de Sokar Barra transcurren entre la
dominación patriarcal de padres y familiares y el estigma que cargan en sus
comunidades por acceder a estas prácticas. En medio, una red de intermediarios
se lucran con suculentas comisiones. Una película que refleja la amargura, pero
también la fortaleza y determinación de unas mujeres que hacen lo impensable
para lograr cierta independencia y vivir con dignidad. “Llegué a ellas por casualidad.
Me pidieron dar un taller de cine a través de una ONG que intenta mejorar sus
condiciones de vida. El taller se convirtió en una terapia colectiva, todos
hablábamos de todo”, asegura Ramsis.
Entre
lo que más sorprende, la humildad y sencillez con la que la cámara ingresa en
la intimidad y cotidianidad de estas mujeres. Algunas venden hierbas y especias
a pie de calle o regentan kioscos. Las más jóvenes -adolescentes– aún estudian.
Hablan de los hombres de sus familias como una carga más que sostener mientras
buscan el sustento para ellas y sus hijos.
Azúcar
Aparte es un documental donde la mujer egipcia es protagonista, casi nunca
visible, de los cambios del país. Pioneras de la revolución mucho antes de que
se convirtiese en un asunto mediático, protagonizaron desde el 2006 las luchas
de la industria del textil en Mahalla. “No solo fueron ellas, pero fue la
primera vez, y esto sí es realmente importante, que las trabajadoras juegan un
papel muy visible. La ciudad entera se movilizó apoyando una huelga, cuyo
derecho todavía hoy no está reconocido”, relata Ramsis. Una movilización sin
precedentes y no exclusivamente económica: “el principal lema era abajo
Mubarak”. Condiciones laborales convertidas en reivindicación política con el
objetivo de acabar con el régimen del dictador. Era “la primera vez que se
quemaban públicamente fotos del presidente”, recuerda el cineasta. El 6 de
abril de 2008 también fue trascendental. La ciudad entera se sublevó, fue como
un “ensayo de la primavera que vendría poco después. La revolución egipcia es
de las mujeres, indudablemente”.
Estos
matrimonios temporales no ocurren exclusivamente en Egipto ni son recientes.
Hay testimonios a partir de la década de 1970. “Empezaron en los campamentos de
refugiados sirios, en Turquía y Jordania. Las mafias de intermediarios
aprovechaban los horrores de la guerra civil siria para buscar chicas jóvenes y
vírgenes y casarlas con hombres muchos más mayores procedentes de Arabia Saudí
y otros lugares de la zona del Golfo También ocurre en algunos pueblos de
Jordania y seguramente en Sudán, aunque Egipto es el sitio más visible”.
Es
una sutil forma de prostitución, aunque no se nombra por estar protegida por un
contrato, un matrimonio religioso y legal. “Nadie dice de un matrimonio legal
que es prostitución”, asegura Ramsis, aunque “en la película ellas utilizan por
primera vez el término comercio con mujeres, venta de mujeres”, cuenta el
director. Intercambian
su cuerpo por contrapartidas económicas, que al cambio suponen entre 500 y 1.000
euros. “Una miseria, pero hay que tener en cuenta que el sueldo mínimo en
Egipto es de 100 euros”, explica el cineasta.
Estas
prácticas han sido reflejadas en películas de ficción como Carne Barata
(Mahmoud Kabil, 1995). “Pero no reflejan la realidad. Intenté contrastar la
imagen del cine clásico comercial y el escenario real del día a día”.
En
principio la película contaba con distribución en todo el país. El estreno
previsto en una sala céntrica de El Cairo se canceló cuatro días antes. Elegida
para representar a Egipto en uno de los festivales más importantes del país,
fue vetada por la dirección del festival vinculada al Ministerio de Cultura.
Ellas solo la han podido en una oficina a puerta cerrada. Tras la proyección
manifestaron su agradecimiento “por tratarlas como son y respetarlas”, comenta
con satisfacción Basel. El compromiso con las protagonistas era que el film no
se exhibiese en ninguna televisión árabe. Las represalias que podrían sufrir
son peligrosas.
– ¿Y
por qué Azúcar Aparte?, inquieren desde el público de la Filmoteca de
Madrid a Ramsis el día del estreno. Él responde que el título se fijó casi por
casualidad, en una reunión con amigos, pero explica que se dice “sokar barra”
cuando al pedir un té prefieres que te brinden el azúcar aparte, y así poder
controlar la amargura de la bebida.
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