“El que no soporta una crisis, todo el tiempo estará en crisis”

No es una frase de actualidad, es un proverbio mauritano transmitido de forma oral, quizás desde tiempos de los bafours (Siglo II dC).

Edgar Morin manifiesta “Europa esta sonámbula”, tiene razón. Sólo es preciso viajar a África o América Latina para percibir que la vitalidad que se respira en estos continentes no se percibe por el nuestro. Viajamos en low cost, compramos a escondidas en el Carrefour o el Mecardona, para simular una vida que refleja un bienestar inexistente.

Falta renovación en nuestro pensamiento mediatizado por las lógicas del poder, la economía y las industrias culturales. Se quiere ahogar el conocimiento mediante leyes que intentan mantener privilegios que poco tienen que ver con los tiempos actuales. Seguimos empeñados en defender la cultura de almacén (RAM) cuando la lógica está imponiendo la circulación del conocimiento (RED).

La política real se está haciendo al margen de la política oficial. Ésta se ha privatizado tanto que sólo parecen tener acceso a ella sus profesionales. En paralelo la ciudadanía se está dotando de nuevos mecanismos de participación e intervención. La negación de la política avanza igual que el trabajo en red cuyos actores sólo escuchan a los que emprenden actuaciones similares. Las organizaciones en muchas ocasiones son el mayor lastre para organizarse. La deserción es evidente. Las fuerzas progresistas tienen la mayor responsabilidad al haber aniquilado valores que sustentaron la esperanza para creer en un mundo mejor.

América Latina y África abren puertas a la esperanza. El brío de trabajar de forma diferente, diversa y vital. Compromiso y diversión en un esfuerzo común que modifique injustas realidades. Algo tan poco visible en nuestra sociedad que hace que nuestras vidas tengan como único objetivo la acumulación de bienes sin lógica y sentido.

Llevamos muchos años en crisis. Ahora que parece afectar a unos pocos poderosos que verán menguar una pequeña parte de sus millonarios beneficios, quieren trasladarnos los problemas que ellos solitos han creado, dando recetas cuando sabemos que sus consejos y prácticas son fruto del embuste, la tergiversación y la mentira.

En la cultura seguimos anclados en viejos anacronismos. Los que intervenimos en y desde ella tenemos que ser los primeros en apoyar las sociedades del conocimiento, la diversidad cultural, el diálogo intercultural, la ética, el desarrollo sostenible, la igualdad de género. Poco de eso hacemos. Nos dejamos seducir por debates que son propios de una industria que poco tiene que ver con la cultura. Todas las industrias intentan conseguir los mayores beneficios con el mínimo desembolso, las culturales también. No debemos ser cómplices de los que reducen todo al beneficio, expoliando y/o saqueando patrimonios culturales ajenos, uniformando el conocimiento y el ocio, promoviendo la desaparición de culturas minoritarias y autóctonas, realizando actividades y eventos donde muestran una diversidad ficticia, o estimulando la precariedad de objetivos y trabajos.

En las crisis todos juegan un papel. Deberíamos también saber cuál es el nuestro y actuar.

Comentarios

Leire Díez ha dicho que…
Una verdad como un templo. No se podía decir mejor. Enhorabuena Rubén.
Si no aprendemos de nuestros errores y tenemos la capacidad de mirar a nuestro alrededor impregnándonos de aquello bueno que nos rodea, llegaremos a tal grado de anacronismo, que ya no tendrá retorno.¿Cómo puede ser que personas que no tienen apenas nada sigan sonriendo, y que nosotros, que somos afortunados en posesiones materiales, no lo hagamos? La crisis sólo la padecen quien en su día sólo ansío pertenencias materiales y no se dotó de las espirituales, para los demás, la vida sigue y seguirá.
Mista Vilteka ha dicho que…
Pues bueno, yo me encuentro soñando en Europa. Y veo sueños perdidos, aveces algo apagados. Pero en las esquinas pasan acuarelas a medio hacer y haciéndose.

Y eso me da esperanza cada día de invierno.

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