Las músicas del Magreb comienzan a romper el silencio impuesto por la industria; A propósito de la Guía de las Músicas del Magreb

Ha sido una labor de casi tres años, pero al final ha visto la luz. Cuando con Yolanda Agudo empezamos a darle vueltas al asunto era el verano de 2005. Me habían invitado a asistir al Festival Timitar, que se realiza en Agadir, en el sur marroquí antesala del Sáhara. Allí estaban Montse Portús y Manel Montañés del Mercat de Música Viva de Vic; Jordi Gratacós del BAM y Carles Sala del Ayuntamiento de Barcelona; Lara López de Radio 3 y Javier Losilla de TVE y El Periódico de Aragón, entre los muchos invitados que habían acudido al festival; unos a cubrirlo para diferentes medios, otros para visualizar lo que se hacía y otros por curiosidad. Yolanda estaba intentando hacer algo al respecto desde que conocimos a Naab (músico marroquí residente en Brest), hace ya ocho años.

La impresión que teníamos ambos es que no nos enterábamos de nada, o de casi nada. Como casi siempre los europeos no éramos capaces de mirar más allá de nuestras narices, en este caso de nuestros ojos y oídos, sin ver y escuchar algo evidente que vislumbraba una realidad totalmente desconocida, que casi nadie reflejaba en los medios de comunicación, ni programaba en festivales, con las excepciones habituales de Pirineos Sur, Madrid Sur, y casi… para de contar.

En los grandes escenarios de Agadir lo más destacable no eran los artistas más importantes, las grandes estrellas de la world music a nivel internacional, sino la cantidad de artistas jóvenes que estaban emergiendo en todo el país y en los limítrofes, y que se mostraban en varios escenarios. Las producciones tenían, como mínimo, el mismo nivel que muchas de las que se hacen entre nosotros, y superaban a bastantes de estas en audacia y atrevimiento a la hora de programar y compatibilizar a los diferentes artistas participantes. El encuentro que tuvimos la oportunidad de ver entre Kepa Junkera con la txalaparta, y los gnawa fue, además de espectacular, espléndida.

La presencia masiva de público no llama la atención, ya que la mayoría de los conciertos eran gratuitos. Pero sí sorprende la cantidad de niños y jóvenes asistentes. Acontecimientos así no son habituales y es fácil de adivinar que la presencia de público sea multitudinaria, pero por ello no nos dejó de sorprender la cantidad de menores presentes. Un contraste evidente con lo que ocurre en nuestro país, donde a la mayoría de los conciertos los menores de edad no pueden acudir. La prohibición de vender alcohol también tiene que ver bastante con ello. Era evidente que por unas cuestiones u otras, muchos miles de niños y jóvenes marroquíes acudían a conciertos diversos y, fruto de ello, y de ver a otros jóvenes actuando de su misma edad, sería la mejor semilla para que la cantera musical naciera y se desarrollara. Relacionado con este tema, hace poco hablaba con el escritor y gestor cultural marroquí Elarbi El Harti, y comentábamos lo interesante de hacer algún concierto en Europa de Fez City Clan. El grupo liderado por DJ Toto es uno de los mejores del país en su género, una auténtica institución que puso en marcha a la edad de 13 años. Cuentan con su propio estudio de grabación y están desarrollando en su ciudad, Fez, una labor encomiable de producción musical local. Todo un ejemplo de autoproducción y autogestión, que tanto gustaba a los socialistas utópicos. Le recuerdo a Elarbi que hay un problema muy difícil de resolver para poder venir a Europa, sobre todo cuando algunos de los integrantes del grupo son menores de edad. Él, cargado de razón, me habla de la realidad africana, “un niño puede ser soldado, explotado como trabajador, excluido social, carecer de educación… pero también puede crear y tratar de vivir de ello”. De lo primero podemos sensibilizarnos e intentar cambiarlo, lo segundo es impensable concebirlo si no está mediatizado por alguien o algo.

Podemos comprender casi todo, pero los visados se rigen por determinadas normativas y cambiarlas es difícil. Hace tiempo proponíamos a los responsables de Asuntos Exteriores empezar a estudiar y valorar la creación de un visado cultural. Nosotros realmente no hemos tenido especiales problemas con el tema; si haces las cosas bien y en los plazos determinados, no suelen existir, pero es evidente que los hay. Lo comentaba Xavier Mendoza, de ESADE, en el encuentro “Contenidos culturales para el mundo” que organizó recientemente el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, en Madrid, y que inauguró el propio ministro. Por eso sería interesante abrir un debate de cómo poder resolver este tipo de cuestiones, que con los mecanismos de control necesarios, posibilitaría mejor nuestro trabajo, ayudaría a descubrir nuevas realidades y la cooperación cultural tendría mayor y mejor sentido.

Estos temas y otros comenzaron a rondar nuestras cabezas. Para nosotros sólo existían festivales como el de Esauira, el de Músicas Sagradas de Fez o el de Cartago. El raï pasó de moda hacía tiempo y el rap argelino parecía que había llegado y emigrado a Marsella a finales del siglo pasado. La labor que iniciaron Jil Jilala, Nass El Ghiwane o Lemchaheb no parecía que tuviera continuidad. No podía ser que sólo se desarrollara la música más tradicional. Algo no nos cuadraba. A los conciertos acudían miles de personas, en los medios comunicación independientes y en el segundo canal de la televisión estatal se hacían eco de esta nueva realidad. En las tiendas de discos, múltiples grabaciones de artistas que desconocíamos. Había una profunda diferencia entre lo que conocíamos, lo que veíamos y lo que intuíamos. La respuesta estaba clara. Entre nosotros, el mundo supuestamente avanzado, la industria musical internacional sólo muestra aquello que es rentable económicamente, cualquier otra realidad ni se plantea, ni existe. En el Magreb y otros lugares la industria es pequeña, en la mayoría de los casos minúscula, artesanal y local. Si logran existir es por apostar por lo novedoso innovador y diferente. Cuando la industria no llega, siempre queda la autoproducción y la autoedición. Como ellos mismos dicen “el Système D se impone”, un término habitual en Marruecos por el que se designa a aquellas ideas y/o proyectos que se tienen que realizar sin ningún tipo de apoyo. Aquí sería un término parecido al de ‘buscarse la vida’. Realidades de entender la música y la cultura de manera bastante diferente a las que estamos acostumbrados. La vinculación directa de los medios de comunicación en la industria cultural no existe, su implicación es sólo divulgativa y el apoyo por mostrar la realidad existente.

Fruto de todo ello y de la curiosidad que siempre hemos tenido por las realidades culturales locales, fue el ponernos a indagar sobre aquello que nos era tan desconocido. Enseguida nos mencionaron a Darga, en la fusión, y H-Kayne, en el hip hop, como lo más novedoso en lo musical. Comprendimos de la importancia de festivales como el Boulevard des Jeunes Musiciens de Casablanca o el Festival des Musiques Nomades en Mauritania. Entendimos que había una diversidad musical muy amplia y que estaba garantizada. La música tradicional se podía mezclar con sabiduría con otras, ya fuera ska, rap, reggae, funky o jazz. Que existían DJ’s de prestigio, que las músicas electrónicas se escuchaban en playas y/o en el desierto, y que las féminas tenían un papel mucho más implicado que el que normalmente se muestra. Descubrimos las puertas que a la libertad de expresión están abriendo los periodistas más jóvenes, muchos de ellos mujeres.

Descubrir todo esto nos cautivó e indignó. Nos parece injusto que cuando se habla de los jóvenes magrebíes sólo se refieran a pateras, contrabando de drogas o terrorismo islámico. Esa no es la realidad. Es una mínima, muy mínima parte de la población la que se identifica con ello. Los que están por los cambios, por una sociedad mejor, permisiva, tolerante, democrática, donde todos puedan participar y tener otras oportunidad, no se refleja. No es noticia aquello que no vende portadas de telediarios, ni de periódicos. Es parte de la irresponsabilidad europea que sólo refleja aquello que tiene un valor exclusivamente comercial. Los valores de la ciudadanía no existen para la mayoría de estos medios que sólo muestran aquello que dictan los mercados. Los silencios no quieren decir que no haya otras realidades, porque las hay y múltiples. Es parte de un juego; de buenos y malos, como en las mejores películas. El no querer ver la realidad lo único que consigue es retrasar los cambios y con ello las esperanzas de muchas personas. Triste papel para aquellos que siempre han querido ejemplarizar.

Todo ello nos llevó a comenzar esta labor de investigación, que como en muchas otras ocasiones tuvo un primer apoyo en los responsables culturales de la Diputación de Huesca, con Luis Calvo a la cabeza, que programaron a Darga en el Festival En La Línea, iniciándose un recorrido para difundir esta labor que ahora se refleja más claramente en esta Guía.

Guía de las Músicas del Magreb en la que se encuentran artículos de opinión realizados por amigos de las dos orillas. Ninguno de ellos –a excepción de los coordinadores– sabía quiénes iban a escribir, ni de qué tema iban a hacerlo. Más de doscientas sesenta fichas de artistas, festivales… Más del ochenta por ciento de los artistas mencionados no residen en Europa, no tienen obra editada en el viejo continente y no nos han visitado nunca. Una amplia discografía y bibliografía seleccionadas. Casi trescientas páginas a color y una próxima página web que se actualizará entre todos. Mientras ésta llega –siempre hay que conseguir el tiempo y la financiación necesaria– se puede leer en papel. Sorprenderá conocer esta realidad, de lo tradicional al rap. Encuentros de música electrónica en playas y en el interior del desierto. Grupos femeninos góticos, heavys libios y argelinos, webs donde poder investigar y ampliar más. Una pequeña muestra de una realidad que no se nos muestra, pero que no podemos desconocer. Todos los textos son libres para reproducir y copiar, mientras se haga sin ánimo de lucro. En la futura web (www.musicasdelmagreb.net) todos los que quieran podrán participar para actualizarla.

Han sido casi tres años, pero ha merecido la pena. No hubiera sido posible sin la ayuda de la Agencia Española de Cooperación Internacional, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, que entienden como pocos el papel tan importante que la cultura puede jugar en el desarrollo de pueblos y personas. La página web estará patrocinada por Feve, la red ferroviaria de vía estrecha, que tiene lazos económicos y de cooperación con muchos países africanos. Casa Árabe e Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán nos ha animado en la labor, y algunos amigos de aquí y cientos de desconocidos de allí, han logrado que hagamos este trabajo para ayudar a mostrar una parte de esa realidad silenciada.

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