Cuentos indígenas mejicanos: Matlatzinca. Las luciérnagas que embellecen los árboles


Gabriela Badillo Sánchez, directora de la productora Combo ha iniciado un proyecto para preservar las lenguas indígenas de México y darlas a conocer, pues "nadie puede amar lo que no conoce", a través de cortos de animación se rescatan relatos ancestrales de las diferentes etnias mexicanas.


Basado en una tradición de la comunidad Matlatzinca 
Lengua: Matlatzinca, Estado de México


Matlatzinca. Las luciérnagas que embellecen los árboles

Versión matlatzinca
NETOSA BRAJKINBEBAJYAATA KITA’NUTJE NETOTɄWI
Tjema’tata ma’xiki kakja’ru, kajtanjo’jue netomju katan jeti mu’neto tʉwi.
Neto tʉwi karontubaati ne’sa chji nro’jeabi bot’umanjɇ karijyooti.
T'enji kikjuentujɇwi katapi'jɇabi nSan Pedro.
Nech’ajmu tanjo’jue rromaani ropajtu majmujpɇki nrit'ɇ, pexkatuyɇjɇ ne pexkatuyojkjɇ kajrri'xeni.
Menebe’tekubi ne towaa netoru ijbot’umaani kamantʉwi ro'rit'ɇ pukjanji katanro’ya netotʉwi.
Nemaach'ajmu rontujuaxti ntɇt ʉwi, netowaa rontɇwi: ¡A San Pedro a San Juan!
Webexoki mekuyenchowi mekuyenchowi bechutata chjinetotʉwi mekarontuts’ijti puromantʉwi nerit'ɇ ixkaromantekua’ts’i nesa’ chjirontotʉwi karamaɇ'ya para xitaromankɇ'mji para tarorejɇwi.
Ijbot'umajɇ mekaront'ewi mekarontɇwi bakaputarijtachi nerit'ɇ oyanetotʉwi ximoron tʉwi.
Chjinxeni mekarimjejxuti chjinesa pekaro ɇya.
Chijipɇ'chji chjamukjuentɇwi chjinerit'ɇ katuja'fue karonkɇmji netosa, ka'kjɇbi rukjue'nawi nkiruyojkjɇbi nerit'e, nkarukju'etɇwi nSan Pedro tarijyoti bot’u jeabi rukjuebetini neto tʉwi parakitarorebaati netosa.


Versión en castellano

Mi abuelo me contaba que antes, cuando llegaban las lluvias de junio, las luciérnagas venían junto con ellas. Las luciérnagas alegraban a los árboles y entonces los corazones de las personas brillaban también.

Esto era durante el día de San Pedro.

El campanero tocaba fuerte las campanas de la iglesia mientras las luciérnagas, guiadas por las antorchas, llegaban a los árboles, y con sus lucecitas los alegraban para que dejaran la tristeza y dieran sus frutos.

Las personas en el pueblo seguían cantando hasta que las antorchas se acabaran o las luciérnagas dejaran de brillar.

Entonces, la noche se quedaba oscura, pero los árboles ya estaban sanados.

Ahora, la ausencia de los cantos y los ocotes han dejado triste a los árboles, pero en nosotros está volver a encender las antorchas, cantas a San Pedro y brillar en nuestros corazón junto con las luciérnagas para alegrar a los árboles.

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