Retos de la gestión musical



Artículo de opinión publicado en el número 1 de la revisto iberoamericana Pura Mestiza

Es evidente que la gestión cultural, y de manera especial la musical, está en plena transformación. Los modelos de proceder tradicionales están desfasados. Nuevas realidades se abren paso. La gran Industria musical promoviendo productos exclusivamente rentables económicamente y producciones independientes que solo pueden salir adelante en marcos de colaboración común y en Red buscando una rentabilidad sostenible.

La realidad musical iberoamericana es muy diversa y caleidoscópica. Esa pluralidad la hace rica, global y expansible. Cumbia, chicha, salsa, champeta, rumba, guaracha, bolero… Sabemos su origen, pero ya pocos dudan que son músicas globales. La internacionalización y apropiación de los géneros debe traducirse también en la gestión, la búsqueda de espacios de colaboración, intercambio, formación y reflexión.

Hay que replantearse los derechos de autor. s que los mismos, que nadie niega, su gestión. Debe de primar la transparencia. No parece de recibo que en sociedades que se autoproclaman como democráticas, las sociedades de gestión mantengan comportamientos opacos, poco transparentes y monopolistas. Revisar que los autores puedan decidir por cada una de sus obras, que no tengan la obligación de ceder la totalidad de las mismas ni en idénticas condiciones. Adaptar normativas como prioridad, junto a un reparto transparente de lo recaudado. Las sociedades solo deberían recaudar lo que generan sus asociados. Excluir a aquellos que no son sus socios, a los que no les llega ni llegará lo recaudado en su nombre, que seguramente apuestan por otra manera de gestionar sus obras. Definir la colaboración/interacción con los que editan con licencias CC. Nuevas posibilidades que se abren a partir de plataformas como Safe Creative.

Sin los autores no es posible la música. Es esencial cuidarlos, pero también hay que proteger a los artistas, los que suben al escenario. No solo en el tema económico, también en las condiciones en que realizan sus trabajos: escenarios, camerinos, horarios, desplazamientos, seguridad social… El reciente accidente de tráfico del grupo Supersubmarina ha puesto en evidencia la manera en las que se desarrollan las carreras de muchos artistas, la temporalidad e intermitencia de sus trabajos, que hace que en la mayoría de las ocasiones la música sea una actividad secundaria para poder vivir.

Cuidar a creadores y artistas pero también al público. Los que pagan una entrada tienen que ser mimados. Deben disfrutar de cada actuación. No deben ser los perjudicados por horarios no cumplidos, cambios de programación, venta de bebidas y comidas adulteradas que atentan contra la salud. Y recintos abarrotados que impiden disfrutar de los conciertos y hacen peligrosa su evacuación, con consecuencias a veces dramáticas.

Para todo ello es imprescindible una gestión profesional que debe pasar por la formación permanente, adaptarse a los tiempos y al dinamismo del contexto. Compromiso de buenas prácticas y sindicación de creadores y artistas en

sindicatos que defiendan sus derechos y al público en asociaciones de consumidores contra todo tipo de abusos.

Junto a lo anterior, es crucial trabajar en Red y redes. Apostar por el intercambio de experiencias. Compartir el conocimiento es lo que diferencia a un maestro de un profesor. Entender la diversidad como riqueza, no como problema. Tener presente que lo realmente importante son los procesos, con la seguridad de que si estos están bien desarrollados nos llevaran a los mejores resultados.

Otros modelos de gestión no solo son posibles, son necesarios.

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