Rompiendo tópicos sobre Tánger con Domingo del Pino

Teatro Cervantes de Tanger. Foto: Red Marruecos.
Teatro Cervantes de Tánger. Foto: Red Marruecos.
Conversación publicada el 16 de este mes en El Asombario
Domingo del Pino es una escuela de periodismo, donde mirar y aprender. Se considera tangerino, aunque nació en Barcelona. De familia republicana, puede considerarse el preso político más joven de España, ya que, al poco de nacer, su madre fue represaliada por el régimen del general Franco con pena de cárcel. Su web sobre Tánger es la vía más certera para aproximarnos a una ciudad llena de historias, tópicos y utopías, que él lleva en elcorazón y España en lo más profundo de su historia. Hablamos con él sobre qué queda de las relaciones hispano-tangerinas.
Pasó su juventud entre Sevilla y Tánger. Viajó a Alemania y a Cuba, donde trabajó con el Ché Guevara, y fue corresponsal en Argelia y Marruecos. Sus relatos en El País, a finales de los setenta y en los ochenta, nos aproximaron a un Magreb cercano y desconocido, lo mismo que sigue haciendo en la actualidad desde la web Tánger y otras utopías.
La reciente noticia sobre el traspaso de la gestión del Gran Teatro Cervantes de Tángerde manos españolas a las autoridades marroquíes nos sirve de gancho para hablar con Domingo del Pino de muchos de los tópicos en los que muchos caemos al hablar de una ciudad que sigue enamorando.
El Gran Teatro Cervantes de Tánger pasa a ser rehabilitado / gestionado por la administración marroquí, cedido por el Gobierno de España. ¿Se cierra así la presencia española en la ciudad?
No. En absoluto. La presencia española en la ciudad de Tánger no se ha limitado nunca al teatro Cervantes y ni siquiera éste ha sido lo más importante de esa presencia, aunque emocionalmente nos llegué de muy cerca a varias generaciones de tangerinos, algunos de los cuales, como es mi caso, hemos podido asistir en él a la representación de numerosas obras de teatro, zarzuelas y otras manifestaciones. Sigue la labor educativa a través de los centros españoles de enseñanza más el Centro Cervantes, que lleva a cabo una intensa actividad de promoción de la cultura española.
¿Se convertirá en otro gran centro comercial, los verdaderos ‘centros culturales’ de este siglo?
Lo que ocurra en adelante con el Teatro Cervantes es asunto de la ciudad de Tánger y del Gobierno marroquí, pero dudo que se pueda convertir en otro gran centro comercial, tanto porque primero será necesario saber si se puede recuperar la estructura y segundo por la inadecuación del edificio a las posibles necesidades de un centro comercial. Discrepo de calificar a los centros comerciales como los “verdaderos centros culturales de este siglo.” Los centros comerciales son eso, centros comerciales. Algunos han añadido espectáculos como cine, retransmisiones televisadas de conciertos, óperas y obras de teatro para proporcionarles mayor atractivo comercial, pero no suscribo que sean centros culturales de este siglo.
¿Qué significó el Teatro Cervantes para la comunidad hispana durante más de un siglo?
Durante por lo menos medio siglo, desde su inauguración en 1913, el Teatro Cervantes fue un aglutinante para la comunidad hispana instalada en la ciudad, sometida por otra parte a una competencia cultural de gran importancia de otros países, sobre todo de Francia, Estados Unidos y Reino Unido, que también proporcionaron a los tangerinos una oferta cultural de primera importancia. En lo que a mí respecta quiero rendir un homenaje al livre poche francés, una iniciativa que puso al alcance de todos los bolsillos lo mejor de la literatura del siglo XX, y a los liceos franceses la oportunidad brindada a muchos españoles de recibir una enseñanza laica, mixta y de calidad. Pero existían también bibliotecas, además de la española, como la Americana, una de las más frecuentadas por todas la nacionalidades en la ciudad, y la francesa, que ofrecía, ya en la segunda mitad del siglo XX, la mejor música en préstamo. Quiero subrayar que en mi opinión esta competencia cultural entre países nos hizo a los tangerinos más universales, mas abiertos al resto del mundo y más abiertos a la diversidad.
¿Y para la internacional?
Pues para las otras comunidades radicadas en Tánger creo que el Cervantes les familiarizó con la cultura española y, al menos durante los 30 primeros años de su existencia, con lo mejor y más democrático de nuestras manifestaciones culturales y nuestros personajes de cultura.
El abandono del Cervantes no es casualidad. Espacios como los cines París, Goya, Mauritania, Alcázar… han corrido igual suerte; en ruinas, abandonados, cerrados…, sin que a nadie parezca interesar una historia, la de esta ciudad, tan ligada a nosotros… ¿Cuáles pueden ser las causas del abandono, además de las económicas?
Creo que no hay que dramatizar. El traspaso a Marruecos del Teatro Cervantes, como los otros centros que menciona, los cines París, Goya, Mauritania, Alcázar, entra dentro de la lógica y lo previsible al concluir una situación colonial y la internacionalización de la ciudad de Tánger, y es el auténtico final de la colonización cultural de un sitio llamado Tánger. No importa la relevancia que haya tenido la ciudad en el plano cultural. Lo cierto es que en Marruecos existe desde su independencia una nueva situación, un nuevo poder, un pueblo que ha recuperado su soberanía, y la soberanía incluye a la cultura.
¿El abandono, el olvido, los cierres son las lógicas de una política cultural errática de nuestros gobiernos en las antiguas administraciones españolas?
Que el Gobierno marroquí haya recuperado el Cervantes y todos los otros centros culturales que ha mencionado es, a mi entender, independiente de si hubo políticas erráticas de los Gobiernos españoles o no. Pienso que errores sí hubo. Lo digo pensando en las políticas culturales hasta los años setenta. Lo más sobresaliente de esos errores o deficiencias de la acción española es, creo yo, que no logramos que surgiera una élite marroquí hispanófila e hispanófila. Pienso que ahora, sobre todo con los centros educacionales y el Instituto Cervantes, se ha empezado a revertir la situación, pero todos sabemos lo duraderas que son las percepciones y que cambian más despacio que la realidad cultural sobre el terreno.
¿Aquel “patriotismo” que nos llevaba a competir con Francia para “españolizar Tánger” era real o imaginario?
Yo creo que esa competencia era más que nada retórica. Era una forma de culpabilizar al otro, en este caso a los franceses, de las insuficiencias de la acción comercial, industrial y política española en Marruecos, muy por detrás, hasta los años setenta/ochenta, de la francesa.
¿Era sólo económico?
No. No era sólo económico. Debería bastarnos con recordar lo que fue España hasta poco después de la llamada Transición Democrática para comprender las enormes carencias en todos los ámbitos, el democrático incluido, de España.
Olvido también de personas como Ángel Vázquez, los Sanz de Soto, José Hernández, Antonio Fuentes… No existen, no se estudian, no se divulgan…
Pienso que no hay que exagerar a ese respecto. Que yo sepa, Antonio Vázquez tiene un cierto reconocimiento en Marruecos a pesar de que sólo una de sus obras, La Vida Perra de Juanita Narboni, tiene ambientación marroquí, especialmente judeo-marroquí. En cuanto a “los Sanz de Soto”, en realidad estamos hablando tan solo de Emilio Sanz de Soto. Emilio era un ser humano extraordinario, un excelente crítico y un fino articulista, pero no ha dejado ninguna obra escrita, de esas que sobreviven a sus autores, y su historia del cine, en la que le vi trabajar toda su vida, nunca vio la luz. La crueldad del recuerdo y de la memoria radica en que no se recuerdan las palabras ni las bondades del personaje, sino solo su obra. El caso de nuestro fallecido amigo el pintor Pepe Hernández es paradigmático de la simbiosis entre el hombre, el artista, y su ciudad. La familia de Pepe Hernández llegó a Tánger a finales del siglo XVIII. Pepe pasó allí toda su juventud y desde su ventana del Paseos Cenarro pudo contemplar y asimilar todos aquellos misterios ocultos y visibles de la ciudad. Fue siempre muy conocido y querido en la ciudad y quizá su obra refleja en cierto modo el submundo irrreal e intangible que flotaba en la ciudad. En todo caso, nunca se desvinculó de su patria chica, ni sus otros compatriotas nunca le desvincularon a él.
De medios de comunicación como los diarios ‘España’, ‘Democracia’, ‘El Heraldo de Marruecos’, ‘La Gaceta de África’… ¿Nada es casual?
No entiendo la pregunta, aunque si se refiere a su desaparición, pues les ha ocurrido lo mismo que a toda la prensa extranjera -de propiedad y de proyección política- que se publicó en Marruecos hasta la independencia. La historia las fagocitó como no podía ser de otra manera.
Una ciudad donde convivían nacionales y republicanos, fascistas y anarquistas… ¿Existió violencia real entre los españoles? ¿Cómo convivían las dos Españas?
Lamento discrepar tanto, pero yo no creo en las dos Españas. Yo sólo he conocido una España en la que siempre parece que hubo dos bandos: ricos y pobres, demócratas y reaccionarios. Pero es cierto que esas dos Españas, como las has llamado, convivieron muy mal a partir de 1940, cuando las tropas de Franco ocuparon la ciudad de Tánger, en la ilusoria creencia de que un triunfo de la Alemania nazi y la Italia fascista iba a permitir que Tánger se convirtiese en el centro de un sueño eminentemente falangista de un gran Magreb español que incluiría todas las posesiones que históricamente España dominó en el Norte de África. El mismo día de la entrada de las tropas españolas en Tánger, cientos de españoles salieron disparados para el Marruecos francés. Si Tánger no llegó a convertirse en un ersatz de la España franquista, en los años breves que duró la ocupación, se lo debemos al régimen internacional de la ciudad.
Espías, asesinatos, borrachos, drogas, homosexualidad, machismos… en pleno franquismo, pero también un exilio político y económico. Muchos que no pudieron emigrar a América lo hicieron allí al ser más barato el viaje… ¿Todo ello sigue oculto?
En esa presentación de la pregunta existe mucho de romance. Es verdad que en Tánger hubo todo eso, sobre todo en los turbulentos años de la Segunda Guerra Mundial, pero la falta de libertad, y entre ellas la libertad sexual, en la España franquista, es la que hizo que la normalidad de Tánger fuese percibida en la España nacional-católica como un foco de inmoralidad de la que, por cierto, aquella España no estaba exenta, sólo que lo reprimía.
Algunas publicaciones como las de Alberto España tampoco han visto la luz…
Bueno, La Pequeña Historia de Tánger, su primer y que yo sepa único libro, lo compré, lo leí y hablé de él en tertulias en Tánger. Sus Memorias nunca fueron publicadas en vida, aunque ahora sus familiares y herederos han tenido la gentileza de digitalizarlas y ponerlas al alcance de todos en Internet.
Tánger es una ciudad de películas, de muchas y diferentes… Franceses, británicos, la generación ‘beta’… Todos exhiben con orgullo su presencia en la ciudad, España la silencia, la oculta… ¿Tiene sentido olvidar la historia?
Olvidar la historia no tiene ningún sentido, porque la historia acaba siempre por imponerse. Dicho esto, a mí me parece que nadie la oculta ni la intenta silenciar. La historia depende mucho de los historiadores y de quienes vivieron en alguna de sus etapas. En la Biblioteca Nacional existe más de un centenar de libros sobre Tánger, y Tánger sigue siendo un tema inagotable en la novelística y en la historia española actual. Puede que las haya, pero yo no conozco ninguna presencia española en el extranjero que tenga más aficionados, más clubes y más encuentros entre supervivientes, que la de aquel Tánger español.
¿Hay que volver a Tánger?
Esta es una opción muy personal, pero en lo que a mí respecta, yo siempre estoy dispuesto a volver a Tánger para reencontrar aquellos pasos perdidos de nuestra historia y de nuestra presencia fuera de España.
¿Qué hay que visitar que no esté en las guías turísticas?
Como es lógico, las sensaciones y las emociones no figuran nunca en las guías turísticas y en realidad sólo les interesan a quienes comparten las mismas experiencias vitales. Pero la ciudad ha cambiado enormemente desde aquellos años gloriosos de nuestra memoria de tangerinos. Ahora sólo podemos decir, frente a terrenos baldíos o nuevas urbanizaciones, aquí vivía yo; aquí estaba mi casa; allá el bakalito donde comprábamos. Son experiencias muy personales y me atrevería a decir que intransferibles.

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