No por mucho producir / amanece más humano.

Columna de opinión aparecido en la revista Cambio 16 del pasado 24 de junio
Cuánta sabiduría en los versos de Jesús López Pacheco (Madrid 1930-Canadá 1997). Siendo muy joven leí en una biblioteca popular de barrio Central eléctrica, novela empapada de realismo en la España franquista. Tiempo después intenté conseguirla, no la encontré. En La Habana adquirí un ejemplar editado en la Editorial Arte y Literatura. Simultáneamente escuchaba sus versos en la voz de Adolfo Celdrán “Pueblo de España ponte a cantar / pueblo que canta no morirá”. Hace un par de meses en Traficantes de Sueños, librería colaborativa madrileña, tras una pequeña compra me regalaron El homovil, crítica feroz al consumismo con diferentes técnicas y lenguajes. El regalo, que seguramente tenía más valor económico que lo adquirido, me descolocó. ¿Hay que regalar ejemplares de uno de nuestros mejores autores contemporáneos para que sea leído? No sé la respuesta, tampoco pregunté.
Soy poco amante de la poesía, seguramente por ignorancia, que no de los poetas. Hace unos días Belén, gran amiga y compañera de muchos viajes, me recomendaba leer Poesía de la conciencia crítica (1987-2011) de Alberto García-Teresa, editado por Tierradenadie editorial que “publica libros que no son mercancía”, los versos que dan título a esta nota, han sido sacados de ella. Una joya para disfrutar. Rigor, información y conocimiento en sus más de quinientas páginas para recrearse del talento ajeno, de lo que te es inédito, de lo presente, aunque lo desconozcas. Precisiones terminológicas, contextos históricos, poéticos. Temas, encuentros, espacios digitales, editoriales y poetas enmarcados en la “poesía de la conciencia crítica”.
¿Conciencia crítica? Vaya palabras. Cuánto daño en su nombre. Más o menos igual que “políticamente correcto” o “sentido común”, usadas en la mayoría de las ocasiones en vano, como a dios. Expresiones triviales, discursos paternales, solemnes, presuntuosas, para no cuestionar y seguir encubriendo y manteniendo la hegemonía dominante de la que se alimentan algunos de los que las predican con asiduidad. Quizás por eso es tan importante el ensayo de García-Teresa, muestra el auténtico valor de la palabra, la que sale del corazón, de la razón, pero también de vaginas y testículos.
El escritor mexicano Gabriel Zaid, otro desconocido para mi, escribía hace unos días en Letras Libres: “las estructuras jerárquicas se llevan mal con la libertad creadora. Tienden al centralismo y a la hegemonía. La animación creadora prospera sobre todo en microestructuras que andan sueltas, y que los burócratas tratan de integrar atrayéndolas o intimidándolas”.
Leo a uno, escucho al otro y soy consciente del buen número de cosas, ideas, proyectos, propuestas e iniciativas, a las que nunca tendré acceso porque están encarceladas por los que presumen de libertad, siendo los primeros que la imposibilitan con leyes, normas y medidas que disuaden la creación y la difusión libre.
Otro año más volveré en verano a Pirineos Sur. Miro el programa y me doy cuenta del incremento de actividades para todos los públicos. En tiempos tan difíciles es importante que aquellos que tienen menos posibilidades puedan acceder a actividades culturales de calidad. Hay que ayudar preferentemente para que la libertad creadora no quede reducida a los elegidos por la cultura del entretenimiento. Es imprescindible conversar, leer, compartir y para ello el espacio público es el mejor espacio para promover la insumisión cultural y también las otras. El compromiso crítico pasa también por la acción y la confrontación. El laboratorio no puede, ni debe, cerrar, un lujo que no nos podemos permitir, si no queremos sucumbir.

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