Algunas reflexiones sobre Noches de Ramadán 2012


Imagen de artículo aparecido en Le Matín de Rabat el domingo 12 de agosto.


Acaba la séptima edición del festival Noches de Ramadán en Madrid y como siempre es una buena oportunidad para comentar sobre ello. 


Este año ha sido totalmente diferente a los anteriores, no ha habido ningún tipo de ayuda económica, lo que ha impedido la presencia de actuaciones musicales que siempre se llevan buena parte del presupuesto. Algunos  artistas se han ofrecido a actuar gratis, cosa que es de agradecer, pero al no poder contar con las mejores condiciones técnicas y lugares adecuados, se estimó conveniente prescindir de este tipo de actividad.


El cine ha protagonizado la programación. Productoras, directores y distribuidoras nos han dejado los materiales para difundir sin coste alguno. La diversidad de cortometrajes, largometrajes y documentales, ha puesto de manifiesto, otra vez más, el desconocimiento tan absoluto que existe entre nosotros de las realidades, en plural, del mundo árabe y musulmán. 


Noches de Ramadán no es un festival religioso. Es un encuentro que pretende ayudar a conocer diferentes escenarios muy próximos y lejanos a la vez que forman parte de nuestra historia, aunque a muchos les cueste reconocerlo. No podemos, ni debemos, ni queremos  obviar la importancia de la religión en todos los países árabes y nos acercamos a ella con respeto, curiosidad, y con ganas de conocer un poco de algo que nos es desconocido. Aprender e intentar comprender para opinar. Lo habitual es hacer lo contrario, hablar sin tener ningún conocimiento, auténtico monólogo cuando se trata del tema al que nos referimos. Discursos siempre marcados por el “ellos” y el “nosotros”; visión etnocéntrica dominante tras la que se esconden discursos que generan un racismo social evidente que para nada interesa desterrar. Justificación para emprender, desarrollar y profundizar en políticas que persiguen una visión única del mundo, al que se presenta como el único posible. 


En Noches de Ramadán no nos interesan los símbolos, ni entramos en debates religiosos, es algo íntimo que debe quedarse en el interior de cada uno. Nos negamos a discutir sobre temas como el velo, ni sobre identidades que son asumidas por buena parte de la población de referencia, la cuestión va más allá de los distintivos. Nos interesa saber y conocer si las libertades individuales y colectivas avanzan. Si las diferentes sociedades son más democráticas y participativas. Si la igualdad, las oportunidades, la corrupción o la discriminación aumentan o disminuyen. Intentamos mostrar de manera especial el papel de la mujer y de los jóvenes que normalmente se nos presentan de manera reduccionista con temas relacionados con la violencia o con compartimientos ilegales. Queremos poner al alcance de todos y todas realidades que no conviene mostrar. Para intentar lograrlo es preciso que todos puedan acceder a las diferentes actividades, no solo los más pudientes, para ello es precisa la financiación correspondiente.


El mundo árabe y musulmán sufre entre nosotros discriminación cultural, racial, étnica y religiosa. Encuentros como Noches de Ramadán contribuyen a que la diferencia no se entienda –ni se vea– como un peligro, sino como una ventaja reduciendo prejuicios infundados carentes de cualquier rigor. La islamofobia de pocos o muchos no debe justificar comportamientos contrarios intentando mostrar otros mundos excluyentes como los únicos posibles. En la diversidad y la pluralidad todos crecemos, pero solo creceremos si se garantizan el respeto, la confianza y la labor común, las mejores medicinas contra hegemonías monopolizadoras.


Este año Noches de Ramadán corría el riesgo de desaparecer. La apuesta decidida de personas de muy diversa procedencia y creencias han logrado mantenerlo. Todas conscientes de la importancia de mantener encuentros como éste que no son solo un avance social imprescindible, también lo son desde el punto de vista del enriquecimiento personal al poder acceder a realidades omitidas, teniendo la oportunidad de conocer a personas con visiones muy diversas del mundo, como buena parte de los asistentes han manifestado durante los días del festival.


De la experiencia de este año surge el interés y la propuesta de sacarlo adelante en años posteriores, ya se están poniendo las bases para lograrlo. La adversidad permite la creación de herramientas que ayuden a superar buena parte de las dificultades. Noches de Ramadán ha sido un ejemplo de ello y con toda seguridad seguirá siéndolo.

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