Gracias, Doctor

A los que nos gusta el fútbol, y más si somos seguidores del Atlético de Madrid, a veces nos da cierto reparo hablar de ello en público. “Papá, ¿por qué somos del Atleti?” Preguntaba un niño sin recibir respuesta. En muchas ocasiones el fútbol no las tiene, por los intereses ajenos que lo mueven y protagonizan.

El pasado domingo 4 de diciembre, Jordi Évole, responsable de alguno de los mejores programas de investigación de los últimos tiempos que se han emitido en televisión, mostraba una realidad donde normas y leyes de obligado cumplimento para todos, parecen no existir para nuestros equipos de fútbol. La sabiduría de un aficionado en el programa, “ningún político se atreverá a poner fin al desaguisado”, fue más que explícita.

Ese mismo día fallecía Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, popularmente conocido como Sócrates, también como Doctor Sócrates por sus estudios de medicina. Capitán de la selección de Brasil, maravilló junto a Zico y Falcão en los mundiales de 1982 y 1986. Atípico en su forma de jugar por la forma de pasar el cuero, la manera de lanzar penaltis –con el tacón y sin tomar carrerilla– y por su comportamiento dentro y fuera del terreno de juego.

Seguidor reconocido del Santos a pesar de jugar el Corinthians, el eterno rival, no fue obstáculo para ganarse a la afición. En ello tuvo mucho que ver su visión personal de entender este deporte y su compromiso social. En 1981, en plena dictadura militar, el Corinthinas vivía en horas bajas, fue contratado para enmendar la situación Adilson Monteiro Alves que revolucionó la manera de entender la gestión futbolística.

Instauró una relación absolutamente democrática en la organización del club. Todo se decidía en común. Desde el presidente al último empleado, cada uno era un voto, todo se discutía, se valoraba, se votaba, incluidos horarios de entrenamiento y fichajes a realizar. Fue lo que se conoció como “Democracia Corinthiana”. Sócrates fue uno de sus mayores dinamizadores. Cuando los militares convocaban elecciones, los jugadores salían al campo animando a la participación con camisetas alusivas o portando pancartas explícitas. Fueron generando múltiples simpatías, incluso admiración de equipos rivales. Los resultados no se hicieron esperar, el Corinthians conquistó en 1982 y 1983 el campeonato paulista.

Poco después Sócrates abandonó el club y se traslado a Italia. Había prometido que si no se elegía al Presidente de la República por voto directo se marcharía. Así pasó cuando se anunció que sería elegido por el Parlamento. El día de su presentación como jugador de la Florentina le preguntaron que cuál era su personaje italiano favorito, a lo que contestó, sin dudar, Antonio Gramsci. Tras su experiencia europea, poco exitosa, volvió a Brasil donde siguió ligado al fútbol. Primero como jugador, luego como comentarista. Estuvo muy ligado al Partido de los Trabajadores del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y de la actual mandataria Dilma Rousseff.

Sócrates fue un ejemplo de que cualquier persona, de la profesión más diversa, sin importar condición social o patrimonial, puede tener un compromiso claro y relevante con la sociedad, contribuyendo a que la misma sea más justa y democrática. El fútbol parece a veces que es ajeno a ello, pero hay muchos ejemplos que muestran que esto no es así, pocos como él. Como dijo su amigo, el ex presidente Lula al conocer la noticia, “Gracias, Doctor”.

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