Bicentenarios y aniversarios (IV)

Mientras en América Latina se están produciendo procesos de soberanía, seguramente los más importantes desde que se iniciaron las luchas por las independencias. Los diferentes discursos nacionales siempre centrados en la lucha contra el opresor español, sin negar esta evidencia, ocultan que tras la dominación española se dio paso al control económico desde Inglaterra, gestándose un neocolonialismo que hoy se sigue alimentando desde el vecino del norte. Muchos discursos en clave nacional silencian una realidad española de hace dos siglos desmoralizada tras la humillante derrota en la Batalla de Trafalgar, la guerra napoleónica o que los grandes movimientos de liberación estaban encabezados por lideres económicamente potentados, cercanos a las nuevas oligarquías económicas nacionales aliadas desde entonces con los grandes mercaderes económicos, primero británcios después estadounidenses. Aquellos mecanismos de control y, en muchas ocasiones, de vasallaje que imposibilitaron el desarrollo del continente, poco a poco van perdiendo fuerza teniendo la política un papel cardinal fruto de la consolidación democrática y de la desaparición en casi todos los territorios, con algunas excepciones, de la violencia como forma de intervención en lo público.

Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Paraguay… incluso la sui generis Venezuela, están generando proyectos autónomos y gobiernos alternativos que buscan beneficiar a la mayoría de la población. Frente a una visión única del mundo amparado por el FMI, Banco Mundial, OMC, OCDE o los Encuentros de Davos cuyas consecuencias estamos sufriendo todos, América Latina parece tener mejores perspectivas por la creación de mecanismos propios como el ALBA (Alianza Bolivariana de los Pueblo de América), SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) o MERCOSUR (Mercado Común del Sur) que permiten el desarrollo de políticas autónomas propias en contraposición a las propuestas del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) o la OEA casi siempre supeditadas a las directrices de Washington.

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