Europa se tambalea


18-05-2010

Artículo publicado en la revista de pensamiento La Factoría:

www.revistalafactoria.eu/post.php?id=101

"¿hay políticos de altura para fortalecer el europeísmo?"

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero anuncia medidas de austeridad con el fin de contener una deuda pública española, que no cesa de subir. Es criticable su incapacidad para negociarlas con los agentes sociales durante los meses precedentes, en vez de largarlas de golpe y unilateralmente; como lo es, también, que a día de hoy no sepamos, a ciencia cierta, cual es la propuesta de la patronal, los sindicatos o los partidos políticos para actualizar el Estado de bienestar a la realidad del siglo XXI.

El gran patrimonio que atesoraba ZP era la paz social, pero empieza a írsele de las manos. Y es que nuestro presidente ha basado su política mucho en los derechos civiles, pero poco se ha ocupado de los derechos sociales, que en un mundo cambiante necesitan adaptarse a los nuevos tiempos. Son ajustes, los sociales, que deben hacerse en los momentos de crecimiento económico, que es cuando la negociación con los agentes sindicales, empresariales y políticos no está presionada por las urgencias que impone una crisis.

Repetimos que hace falta decir, y no esconder, que tampoco los sindicatos, la patronal y los partidos políticos de la oposición han brillado por sus propuestas para resituar el Estado de bienestar, más bien todos han preferido no tocar nada y esperar a ver qué pasaba: nadar y guardar la ropa. Y ha sucedido lo peor. Son las consecuencias intrínsecas a la irreponsabilidad colectiva.

Ahora, ¿cómo encarar la que nos viene? ¿Todavía hay margen para la negociación? ¿La huelga general es la salida? La izquierda, ¿debe echar a ZP con el agua sucia? Son los interrogantes.

Una vez los anuncios del presidente han calado “positivamente” en los mercados internacionales -como ya ha sucedido- consiguiendo parar los ataques del las agencias financieras en las últimas semanas, conviene volver a sentarse y negociar qué es aquello que se recorta, partiendo de que el montante global (otra cosa son los conceptos específicos) poco, por no decir nada, variará.

No se trata solamente de proceder a un ajuste, se trata, ante todo, de tener la capacidad política para que la resultante sea producto de un acuerdo, al menos, con la izquierda social y con el electorado que le dio la victoria electoral. El mérito de un político no consiste únicamente en gobernar, consiste, también, en saber gobernar, y es ahí cuando se demuestra su papel de mediador entre la sociedad y el presupuesto general del estado, que es para lo que ha sido elegido en base a un programa, un ideario y una manera de entender la política. Tales son las bases para resolver positivamente los interrogantes planteados y evitar que la crisis política nacional, en general, y la de la izquierda, en particular, cuaje.

Pero España no es la excepción:

El plan de Atenas prevé una subida de los impuestos globales, en particular de dos puntos de IVA, y fuertes recortes en los salarios de la función pública y las jubilaciones.

En Portugal, el Gobierno lanzó una reducción drástica de los gastos: congelación de los salarios de los funcionarios, endurecimiento de las condiciones de acceso a las prestaciones sociales, subidas de impuestos y extenso plan de privatizaciones.

Irlanda, primer país de la zona euro en haber entrado en recesión, tomó a partir de 2008 las medidas de rigor: impuso una reducción general de las asignaciones sociales y una reducción de 5 al 15% de los salarios de los funcionarios.

Hungría, ya a partir de 2008 había impuesto medidas de austeridad drásticas a cambio de ayuda internacional.

Pero también los más ricos se ven afectados. Los países de la Unión Europea, que se consideran más sólidos financieramente, se ven también obligados a apretarse el cinturón. Ya en septiembre pasado, los Países Bajos habían anunciado una reducción del 20% de sus gastos públicos a partir de 2011 para ahorrar 40 mil millones de euros.

Finlandia y Dinamarca se preparan, también, para pasar al régimen griego, como el Reino Unido, donde todos se ponen de acuerdo sobre la necesidad de reducir los gastos públicos aún más severamente que bajo la égida de Margaret Thatcher.

Luxemburgo acaba de anunciar la congelación de los salarios de los funcionarios para los tres próximos años y fuertes subidas de impuestos.

En Alemania las reducciones de impuesto prometidas por Angela Merkel no se llevarán a cabo.

Y Francia congela sus gastos mientras define un plan de choque sobre el que todavía no hay acuerdo, pero que no distará mucho del resto de Europa. Eso sí, el presidente anuncia que se gravarán más las grandes fortunas.

Tras el subidón europeísta de Maastricht vino el golpe en la nuca nacionalista del “no” a la Constitución europea y, ahora, la resultante: el refugio en los soberanismos nacionales: ¿Los acentuará aún más esta crisis? ¿Hay políticos con suficiente altura capaces de darle la vuelta al nacionalismo para fortalecer el europeísmo? Ni los optimistas tenemos razones para el optimismo, aunque, eso sí, nos negamos a ser pesimistas, como pueden suponer.

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