¿Estamos incubando ya la próxima crisis? por Carles Navales


Artículo remitido desde la revista de pensamiento La Factoría.

www.revistalafactoria.eu/post.php?id=102

“El pesimismo continúa" por Carles Navales Turmos

En el discurrir de esta crisis lo que más me está desconcertando es la estrategia sindical. Porque los sindicatos son actores claves en la defensa de la ciudadanía, los derechos y el Estado de bienestar. ¿Y qué vienen haciendo los sindicatos al respecto?

Recordemos que antes de la crisis, es decir cuando vivíamos en la fase de la abundancia (promedio de crecimiento de 3% PIB), teníamos jóvenes en desempleo o con precariedad laboral, escasa protección y bajos salarios; inmigrantes y trabajadores con salarios y condiciones laborales poco dignas; mujeres empleadas de hogar con un régimen especial que permite el que trabajen sin contrato, escasa protección y mucha inseguridad social. Y tengamos presente que cuando se desencadena la crisis los salarios sin dignidad, la precariedad y las inicuas condiciones laborales de empleadas de hogar persisten y las cifras de parados se incrementan hasta producir espanto.

Habida cuenta la importancia del empleo para el mantenimiento del Estado de bienestar mis preguntas son las siguientes:

1. ¿Cómo es posible que los sindicatos (y partidos de izquierda) hayan podido aguantar impávidos el que jóvenes, mujeres, inmigrantes y parados, sufran tanta injusticia, durante tanto tiempo, por no tener un trabajo decente? Y ahora, con la crisis y la situación de desempleo, tantas personas se estén viendo obligadas a sufrir y vivir con miedo.

2. ¿Por qué después de haber sido cómplices de una situación tan inicua se plantean los sindicatos convocar huelga ahora?, ¿es que la subida salarial de los funcionarios y la de las pensiones son derechos superiores al derecho al trabajo, a trabajar con un contrato, con protección y tener un salario digno?

No alcanzo a entender que la mejor estrategia para la defensa del Estado de bienestar sea luchar por los derechos de funcionarios y pensionistas, cuando no se ha luchado por la defensa de los derechos de las personas en situación de desempleo, jóvenes con contratos precarios, inmigrantes o mujeres sin contratos, que trabajan de empleadas de hogar… ¿No será esta extravagante estrategia un reflejo de la profundidad de nuestra crisis?

El texto precedente no es mío. He preferido evitar entrecomillarlo para darle mayor veracidad. Y es que tiene su importancia por lo qué dice y por quién lo dice. Aparece comentando el post de la semana pasada (“Europa se tambalea”) de esta revista. Eso sí, no va firmado, pero sé que se trata de una importante persona comprometida con la izquierda política, social e intelectual y con recorrido acreditado desde hace muchos años. La verdad, tiene el valor de plantear la otra crisis: la de la izquierda.

El pesimismo continúa. También en La Factoría, esta semana José María Zufiaur, consejero del Comité Económico y Social Europeo e ideólogo de la UGT, llega a la conclusión (“Vencedores los culpables, perdedores los paganos”) de que “ante el ‘trilema’ al que se enfrenta la UE -reducir el déficit y salir de la crisis, cambiar el modelo productivo para afrontar los desafíos ambientales y sostener el Estado de bienestar- las orientaciones que se están adoptando se dirigen exclusivamente a fiarlo todo al saneamiento de las cuentas públicas, por lo que, salvo que algún milagro lo remedie, lo más probable es que los grandes damnificados de tal orientación estratégica sean la construcción europea, el nuevo modelo productivo y el Estado de bienestar”.

Y, la guinda, el “Proyecto Europa 2030: Retos y oportunidades”, elaborado por la Comisión de Sabios, presidida por Felipe González, que acaba de publicarse (también en La Factoría), sentencia: “Urge la reforma del funcionamiento de las instituciones financieras y de sus mecanismos de vigilancia y control para evitar que estemos incubando ya la próxima crisis”.

¿Dónde está la Confederación Europea de Sindicatos?, ¿y el Partido de los Socialistas Europeos?, … Me paro.

Mientras, el planeta financiero -¡Gran Casino!-, culpabilizando a los Estados de los déficit que se generaron con las ayudas que estos Estados les otorgaron a ellos -bolsistas y banqueros y auténticos crupieres de la globalización- para dirigir el juego, repartir las cartas, controlar las apuestas y volver a amasar beneficios para su negocio.

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