¡ Qué manera de bailar ! por Juan Gavasa


Joe Bataan y Maceo Parker encandilan al público de Pirineos Sur y elevan la temperatura ambiental del auditorio de Lanuza pese al frío del Pirineo

Está claro que la mayoría de edad de Pirineos Sur será también la de las adversidades climatológicas. El jueves fue una granizada de dimensiones bíblicas y el viernes un frío helador mezclado con una lluvia intermitente que nada pudo hacer, pese a todo, para aguar la fiesta. Era la noche marcada en rojo por los amantes del funky, el bogaloo y la música de baile, y la fiesta no decayó. En el escenario de Lanuza se esperaban dos auténticas instituciones con trayectorias impresionantes y propuestas musicales perfectamente engarzadas para una noche que se anunciaba de alto voltaje: el cantante neyorkino Joe Bataan y el saxofonista Maceo Parker. Todo lo que se esperaba se cumplió con creces. El cielo del valle de Tena aportó su parte enigmática al espectáculo: a veces desaparecía oculto entre inquietantes nubarrones que presagiaban lo peor, y otras irrumpía vigoroso y estrellado. El asunto del tiempo en Pirineos Sur ya forma parte de su legendario particular, un elemento incorporado a su programación que suele utilizar el factor sorpresa. A estas alturas es ya uno de la casa al que se le sabe ignorar cuando se pone impertinente.

Joe Bataan (1942) abrió la noche con poderío. Hay que decir de entrada que la leyenda del soul latino mantiene un estado de forma envidiable y una fuerza sobre el escenario que todavía recuerda a la que le hizo tan popular en los ambientes latinos en la década de los 60. Quizá sea cuestión de genética o el resultado de la convivencia artística con músicos muchos más jóvenes que él. Estos bien podrían pasar por paisanos del Spanish Harlem de New York pero en realidad se trata del grupo catalán Los Fulanos, una de las escasas bandas españolas de latin soul y bogaloo, nacida de miembros de la Fundación Tony Manero, Los Van Van y Chocadelia Internacional. Con ellos ya ha realizado alguna gira por nuestro país y publicó este año el disco “King Of Latin Soul”.

Así que lo justo sería decir que Joe Bataan y Los Fulanos facturaron un concierto impecable que provocó una riada incontenible de baile en las gradas del auditorio de Lanuza. Fiesta en estado puro con algunos de los éxitos más resonantes de Bataan, entre los que no podía faltar “Johnny is not good”, el clásico de Los Temptations “Gipsy woman”, que le lanzó a la fama en 1967, o el versionadísimo “The bottle”, recuperado en los últimos años en varias antologías de acid jazz. Joe Bataan inventó en los setenta del pasado siglo el concepto “salsoul”, que define por si solo los ingredientes que componen su música y que él, después de tantos años, sigue aliñando como nadie. En la noche del viernes el cantante y pianista neyorkino expuso las poderosas razones por las que sigue considerado de manera indiscutible el rey del latin soul.

Otro por el que no pasan los años es Maceo Parker (1943). El músico norteamericano fijó hace casi dos décadas la fórmula que le iba a convertir en uno de los saxofonistas más reconocidos y comerciales del planeta: “un 2% de jazz y un 98% de funk”. Y con la mágica composición a cuestas ha labrado una sólida carrera en solitario después de permanecer durante 25 años al abrigo del gran James Brown. En este tiempo grabó 12 discos y compartió la sección de vientos de su banda con otra leyenda viva, el saxofonista Pee Wee Ellis, que precisamente el pasado año actuó también en Pirineos Sur. Con esa trayectoria y un notable sentido del espectáculo Maceo Parker lo tenía fácil para triunfar. Hoy en día es un habitual de los grandes festivales de jazz de todo el mundo y es reclamado por influyentes artistas de la escena rock y pop para colaborar en sus grabaciones.

Ayer en Lanuza ofreció un formidable concierto junto a su excelente banda de casi toda la vida, en la que adquiere un relevante protagonismo su hijo Corey Parker; cantante, Dj y en cierta medida el eslabón que enlaza el funky tradicional de su padre con estilos más contemporáneos como el hip-hop o el rap. Pero es el gran Maceo el eje sobre el que gravita toda la puesta en escena. Su portentosa presencia y el inconfundible sonido de su saxo alto –casi un icono sonoro-, se bastan para encender la mecha y desatar el vendaval funk en un formato clásico pero solvente y eficaz. Maceo ha grabado recientemente un disco con la WDR Big Band, “Roots and grooves”, en el que incluye además una serie de versiones de temas de su idolatrado Ray Charles. El viernes tocó algunos de ellos –“Georgia on my mind”-, pero también buceó por su basto repertorio y rescató los temas que probablemente mejor funcionan en directo como “Make it funky” o “My baby loves you”. Un guiño para sus seguidores más fieles y un regalo para los que simplemente disfrutan escuchando a músicos que hacen muy bien su trabajo.

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