Gripe porcina: investigación y regulación (II)

La semana pasada la gripe se convirtió en el tema central de nuestras conversaciones. México sufrió una paralización casi total, y a lo largo y ancho del planeta se tomaron medidas para interrumpir el tránsito aéreo, prohibir la importación de carne de cerdo y se iniciaron otros drásticos controles para mitigar la diseminación del virus. Mientras seguimos recibimos diversos informes sobre la magnitud de la amenaza, se nos impone una pregunta clave: ¿de dónde surgió y cómo podemos prevenir nuevos brotes?

La multinacional Smithfield, la mayor empresa del mundo productora de carne porcina y cuya factoría está siendo señalada como la fuente de irrupción del virus H1N1, niega cualquier conexión entre los cerdos y la gripe, al tiempo que grandes firmas de la agroindustria en todo el mundo pagan sumas exhorbitantes para argumentar a través de investigaciones que la bioseguridad está garantizada en toda la cadena de producción. Sin embargo, la OMS ha estado advirtiendo durante años que una "nueva pandemia resulta inevitable". Expertos de la Comisión Europea y de la FAO han señalado que el rápido paso de la producción en pequeñas granjas a una cría intensiva de caracter industrial está incrementando de hecho el riesgo de desarrollo y transmisión de enfermedades epidemiológicas. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. advierte que los científicos todavía no conocen las consecuencias que los compuestos infecciosos producidos en las factorías de carne porcina pueden tener sobre la salud humana.

Existen numerosos estudios sobre las horrorosas condiciones que los cerdos soportan en esta situación de hacinamiento, y acerca del devastador impacto económico que sufren las comunidades de pequeños productores forzadas a competir con las operaciones a gran escala de las multinacionales. Smithfield ya ha sido multada a pagar 12.6 millones de dólares, y actualmente se halla bajo una nueva investigación federal en EE.UU. por presuntos daños tóxicos al medioambiente derivados de sus lagunas de excremento porcino.

A pesar de la preocupante evidencia, el incremento en el consumo de carne a nivel global, unido a los intereses de una poderosa industria motivada por las ganancias aún a costa de la salud humana, implica que en lugar de ser clausuradas, estas espantosas prácticas industriales siguen propagándose en todo el mundo. Es más, somos nosotros quienes, en gran parte, las estamos sosteniendo a base de subsidios públicos. En los albores de esta gripe, es necesario que los productores industriales de carne porcina también rindan cuentas.

Firma la petición para que se investigue y se regule la producción a gran escala: www.avaaz.org/es/swine_flu_pandemic

Si logramos resolver esta crisis sanitaria global con audacia, reevaluando el consumo de alimentos y su producción y reclamando un proceso de investigación urgente sobre el impacto de estos modelos de producción masiva en la salud públca, podremos instaurar una nueva normativa que protegerá a la población mundial de eventuales enfermedades pandémicas transmitidas por los animales.

Más información en:
www.avaaz.org/es/swine_flu_pandemic

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