Ante la recesión económica: + cultura + red + sociedad civil (III)

Cuando determinados políticos, dirigentes de la Iglesia, responsables de medios de comunicación, líderes económicos y otros se encuentran a gusto nadando en estas aguas turbulentas, lo hacen convencidos de que la carencia democrática les permitirá mantener y mejorar sus privilegios. Es la miseria del sistema. Cuando ésta es avalada por la democracia, se está convirtiendo, como mantenían los pensadores libertarios del siglo XIX y del XX, en el mejor medio para controlar social e ideológicamente a la población. Son reflexiones que no debemos soslayar en la discusión para poder recapacitar sobre el papel de la cultura y las consecuencias que para la misma tiene lo que está acaeciendo. Las recesiones económicas están ligadas a la crisis de lo político, de lo público y tienen unas repercusiones sociales evidentes, afectándonos a todos, y la cultura debe ubicarse y posicionarse. Porque la cultura es más que la creación, la producción o la difusión. La cultura es el tercer brazo de la sociedad con la política y la economía.

Frente a la penuria democrática debemos desafiar y apostar por más democracia, por ahondar en ella. La cultura siempre ha apostado por su intensificación. Cuando se ha armado de argumentos y manifestado no lo ha hecho, como han mantenido algunos dirigentes políticos y medios de comunicación, en clave partidista, se ha movilizado para apoyar la profundización de los derechos civiles, la paz, la democracia. La cultura siempre es un clamor contra las injusticias. En circunstancias como las actuales su voz se hace imprescindible. Cultura y pensamiento tienen que expresarse libremente, sin las ataduras que atenazan a los gobernantes. Tiene que enfrentarse ante posiciones que se dicen únicas y que sólo persiguen la defensa de intereses que benefician a una minoría. Esta es la primera reflexión: ante la crisis de un sistema que ha demostrado que no sirve, hay que levantar la voz y la cultura debe hacerlo libremente, sin hipotecas, ni ataduras, ser un referente ante la falta de liderazgo intelectual que padecemos.

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