Objetivamente subjetivo: Casablanca era Tánger

No seré el primero que diga que Casablanca, la famosa película de Michael Curtiz, en realidad era Tánger, que por motivos geopolíticos hubo que alterar. Todos creímos que la ciudad era un punto de encuentro de vividores, espías, traficantes y canallas, algo alejado de la realidad.

La modificación de los sucesos suele ser habitual para ser correctos y contentar a políticos, editores o anunciantes. En el encuentro Confluencias: Conferencia Internacional sobre Diversidad y Diálogo Intercultural, celebrado del 23 al 25 de julio pasados en Panticosa, dentro del marco del XVII Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur, se manifestó la relación entre información cultural e inversión publicitaria, resaltándose la complicidad con encuentros que poco tienen que ver con la cultura y mucho con el negocio, omitiéndose otros más innovadores.

El símil entre festivales y burbuja inmobiliaria ha sido la tónica del verano, así como la disminución de asistentes y el enfrentamiento entre festivales similares. Nada que ver con lo que ocurre con Pirineos Sur y La Mar de Músicas, los dos más importantes dedicados a las músicas del mundo. Los espectadores se mantienen o incrementan, la cordialidad, el respeto y la realización de proyectos comunes es la norma, la difusión aumenta. Sofres (empresa especializada en medición y análisis de audiencias), estima que la valoración económica de las noticias generadas por ambos festivales superaría los tres millones de euros, sin incluir televisiones locales, temáticas, pequeñas publicaciones e Internet. El no someterse a un único patrocinador garantiza la independencia y la comunicación expansiva, la colaboración suma. Ambos parecen tenerlo claro.

Habitualmente se silencia la labor de las mujeres que tienen especial relevancia en el desarrollo de muchas de las propuestas musicales más significativas. Montse Portús, auténtico motor del MMVV, quizás nunca podrá ser la directora del mismo por la naturaleza de su género. Begoña Puértolas y Ester Vilà en Pirineos Sur, Herminia Martínez en Etnosur o Yolanda Agudo, auténtica impulsora de las Noches de Ramadán en Madrid, son algunas de esas personas a las que rara se vez se menciona, pero que sin su labor nunca se podrían haber realizado muchas de esas iniciativas. Silencios politizados, omisiones deliberadas, desconocimiento, o una información dirigida y difundida desde lo masculino, donde las políticas de igualdad parecen no existir. Sus compañeros tenemos que asumir nuestra culpa por arrogarnos más protagonismo del que nos corresponde. La proliferación de cada vez más colaboradoras en esta revista es la mejor visualización de los cambios que se están produciendo. Mientras el rock y el pop están inmersos en una guerra comercial y los medios estén a expensas de sus anunciantes, hay que mantener, abrir y potenciar nuevos cauces donde tod@s tengan su espacio con identidad.

Tánger se merece su reconocimiento como la ciudad que cautivó a la ciudadanía, no se debe ocultar por cuestiones políticas, económicas y/o de marketing. Pero hay otros tángeres que también merecen su reconocimiento.

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