Noura: contemporaneidad diferente


Noche de gala en Sallent de Gállego. Es la noche dedicada a Nuakchot, capital de Mauritania. Antes de comenzar el concierto Doudou Mbaye un senegalés que tiene un puesto de comida en el espacio en Mercados del Mundo, comenta que acudirá al concierto por lo que significa que una artista residente en su país de origen suba por primera vez a un escenario europeo, “es la mejor prueba -comenta- de que los tiempos están cambiando, aunque nos sea difícil de reconocer”.

Noura Mint Seymaly viaja por primera vez al viejo continente y no cuenta ni con los medios técnicos, ni los habituales para una artista de una carrera artística de nivel medio. Nada de extrañar viniendo de un país que está a la cola en el índice de desarrollo humano en el mundo, y con grandes convulsiones de todo tipo. Un país bisagra entre las poblaciones árabes y bereberes del Norte y los pueblos negroafricanos del Sur. Un país que acaba de concluir –al parecer con éxito- su transición hacia un sistema democrático, reflejado mínimamente por casi todos los medios de comunicación, y donde lo que realmente se muestra son desgracias y acontecimientos dramáticos.

Comienza su concierto acompañada de Ainiyana y Mayasse que hacen coros y ejecutan el tabal y el ardin, este último un instrumento que sólo interpretan las mujeres. Les acompaña Jeyche que a su vez toca un instrumento que sólo tañen los hombres, la tidinit. Interpretan cuatro temas absolutamente tradicionales donde prevalecen las voces y los ritmos percusivos. Todos ellos sentados en la parte delantera del escenario. La gente que empieza a llenar la carpa les recibe con curiosidad, interés y entusiasmo. La primera prueba la superan con nota muy alta. “¡Quién diría que es la primera vez que pisan un escenario europeo!” comenta alguno de los asistentes.

Un par de minutos para cambiar el escenario, ellas de indumentaria, y aparece el resto de la banda que antes ya han salido a danzar mientras ellas actuaban. Otro tópico que cae borrado de un plumazo. Ellas cantando y ellos bailando. La composición de la banda es la típica de cualquier formación de pop y/o rock (guitarras, bajo, teclados y batería). Es la manera que tiene Noura de preservar la música tradicional de su país. El hip-hop es actualmente la música por excelencia del continente africano y Noura sabe que sólo introduciendo ritmos eléctricos y cercanos al pop, la música tradicional tendrá aceptación entre la población más joven. Una apuesta difícil de la que sale totalmente airosa, como lo refleja la aceptación obtenida ante un público que abarrotaba el lugar obligándola a volver al escenario.

Quizás para muchos sea difícil de entender y comprenden la aproximación de la música africana a los ritmos occidentales. No son capaces de entender que los habitantes, no sólo los artistas de estos países, también quieren tener su lugar en la modernidad y que ese papel les corresponde decidirlo a ellos. Para muchos es difícil de entender la diferente contemporaneidad de unos y de otros y se evalúa con ojos de vista europea a personas y países que la mayoría de la población sobrevive con poco más de un euro al día. Los que acuden sin tapujos a los conciertos disfrutaron con uno de los mejores y más festivos de todo Pirineos Sur, de manera especial los integrantes senegaleses, marfileños y guineanos del proyecto “La Mirada del Otro”, que veremos el viernes en el Escenario Natural de Lanuza, que no dejaron de bailar durante toda la actuación, incluso dos de ellos se subieron con sus percusiones al escenario bailando con los mauritanos.

Una apuesta muy especial que vuelve a identificar a Pirineos Sur como el festival innovador por excelencia que le diferencia de otros encuentros similares.

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