Sallent de Gállego recibió con entusiamo a los nómadas del desierto


Fotos: Jesús Alarcón

La magia apareció en forma de gitanos del desierto de Rajastan que con el buen gusto que les precede llenaron, la explanada de Sallent de Gállego, de bellas melodías procedentes de la tierra que fue reino de emperadores y maharajas.

Una tierra de tradiciones espirituales y musicales en la que, desde hace muchas generaciones, el arte se transmite de padres a hijos. Los gitanos de la India son de los primeros de los que tenemos noticias, años antes de que comenzará la Era Cristiana. Cuenta la leyenda que cuatrocientos años antes de Cristo, un rey persa, pidió al rey de la India el envió de diez mil músicos. El primero quedó impresionado por la calidad musical y les regaló tierras y pastos para que se aposentaran en el país. El desconocimiento agrícola y ganadero enfureció al rey persa que les expulsó de su territorio. Desde entonces se han convertido en caravanas musicales a través de los siglos.

Rahis Bharti decidió presentar su propia tradición: la música y el arte del Rajastán. Su grupo lo componen siete músicos: Amrat Hussain y Rahis Bharti. tablas y dholak, pequeño tambor de dos caras; Bilal Khan. canto y castañuelas llamandas kartels; Ghulam Ali harmonio portátil y cantos; Gopal Singh, cantos, flauta doble, pungi, instrumento utilizado por los encantadores de serpientes; un faquir, escupidor de fuego, acrobacias sobre vidrios rotos, equilibrio sobre alfombras de clavo, trucos de magia y sorprendentes números extraordinarios.

Como complemento los bailes de la bailarina sapera, Kamla Kumari, que presenta las más bellas danzas del Rajastán. Una gitana que efectúa acrobacias y presenta coreografías de temas mitológicos como el de la cobra, guardiana de las verdades espirituales. Colorido y buen humor en una noche calurosa, en lo artístico, donde la mística y el talento de esta cuna de los gitanos que es el desierto de Thar, demostró la mas didáctica lección sobre lo que debían ser aquellos trovadores y músicos que iban de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, divirtiendo y transmitiendo conocimientos.

Mostraron una realidad musical prácticamente desconocida para la mayoría de los presentes. Un viaje en el tiempo y en el espacio. Una mezcla de realidad y aventura. Un cuento musical recibido con entusiasmo por un público que no paraba de bailar las más variadas danzas con las posturas más inverosímiles. El desconocimiento de las mismas dio paso al atrevimiento audaz sin ningún tipo de pudor.

Los mercados del mundo dieron la bienvenida a los descendientes y vecinos de Lawrence de Arabia. Sállent de Gállego se transformó en un desierto, donde confluyeron colores, cantos y bailes. Danzas y cantos sagrados reflejo de los mayores acontecimientos. Por una noche estos gitanos del mundo, se convirtieron en los auténticos Príncipes de Sallent. Una apuesta más por la diversidad cultural, que siguen convirtiendo a Pirineos Sur en uno de los festivales de referencia en la difusión de la misma y a la Diputación de Huesca en un referente internacional en ese sentido.

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